Códigos Evanescentes (ARLANE)


Avisté las aves de claro plumaje, girando en carrusel sobre humedecidos maderos del puerto. Aquel virar de plumas en suspensión distrajo mi diligencia, quitándome, por lapso atemporal, de los terrenales asuntos. Una simbiosis me aconteció y pude experimentar la elevación, el vértigo del aire precipitando en el hueco interior. Al unísono con la ingrávida sensación se dibujaba un terreno inexplorado en la memoria, algo arcaico revelaba claves para desplazarse sin pies y utilizar corrientes celestes a fin de viajar, raudo, hacia comarcas distantes donde otros similares me estarían aguardando.

Fue tan bello y frágil como los sueños, de los que rescatamos solo hilachas insustanciales, sin contenido perdurable. Más tarde, mucho después, el cáliz secreto volvió a sellarse, vedándome las revelaciones. Aunque, sospecho que en la memoria genética están las llaves de ese reino.

Esas pequeñas hermanas blanquinegras me legaron, por breve instante, el sabor de ser libre completamente, gozando un compartido cielo, recobrando el don ancestral...

Códigos evanescentes.

Nos suspenden el interés, convocando a volátiles rituales en que los segundos valen como años. Y, el cuerpo momentáneo extravía su pesar

Arlane


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